Displasia de cadera en perros

displasia de cadera en perros
Una enfermedad que puede llegar a provocarles terribles dolores.
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La displasia de cadera en perros es una enfermedad que puede llegar a provocarles terribles dolores, dificultándoles el andar, correr y, por consiguiente, su calidad de vida. Algo similar ocurre con la artrosis en perros. A lo largo de este post del blog de perros podrás consultar toda la información necesaria sobre esta patología.

¿Qué es la displasia de cadera en perros?

La displasia de cadera en perros es una enfermedad relacionada con el “mal encaje” de los huesos de la cadera. Es decir, el fémur debe encajar correctamente con la cadera, para permitir la movilidad de la pata del perro. Sin embargo, los perros que tienen esta enfermedad ostearticular, ese encaje de piezas no se produce de la manera adecuada y la cabeza del fémur queda desplazada. Este hecho conduce a la deformación y pérdida de profundidad del acetábulo y a la remodelación de la cabeza del fémur. Se trata de un proceso degenerativo de la articulación que, al no encajar de la manera correcta, se desgasta y provoca dolor, cojera, etc. Suele desarrollarse alrededor de los primeros cinco meses de edad del perro, pero que cuya sintomatología habitualmente no suele aparecer hasta la edad adulta.

Grados de displasia de cadera en perros

Dependiendo de la gravedad de la displasia en la que nos encontremos podemos clasificarla en cinco grados. Clasificación de los grados de displasia según la OFA (Orthopedic Foundation for Animals):

  • Primer grado de displasia: la cadera es casi normal, mínima alteración con pequeña subluxación y escasos cambios degenerativos.
  • Segundo grado de displasia: existe una marcada subluxación lateral de la cabeza femoral cuyo 25-50% está fuera de la cavidad.
  • Tercer grado de displasia: displasia de cadera moderada, entre el 50-75% de la cabeza femoral está fuera de la cavidad. Hay cambios degenerativos importantes.
  • Cuarto grado de displasia: grado moderado, con luxación de la cabeza femoral con aplanamiento del borde acetabular y la cabeza femoral.
  • Quinto grado de displasia: Este es el peor grado, ya que la displasia de cadera es grave.

Razas de perros predispuestas a la displasia de cadera

La displasia de cadera es una enfermedad hereditaria que pueden sufrir todo tipo de perros, pero hay una serie de razas de perros que tienen predisposición a padecerlo con una incidencia por encima del 20%. Estas son:

  • Rottweiler
  • Bulldog (inglés, francés y americano)
  • Golden Retriever
  • Boyero de Berna
  • San Berbardo
  • Pastor alemán.

Causas y factores de riesgo de la displasia de cadera

La displasia de cadera en perros es multifactorial. Esto es, son varios factores los que predisponen y causan displasia de cadera: genéticos como ambientales. No obstante, es cierto que es necesario el factor genético para desarrollar la enfermedad, pero no es el único factor. Es decir, se puede tener la predisposición genética y no desarrollar la enfermedad.

Síntomas de displasia de cadera en perros

Los síntomas de la displasia de cadera suelen ser menos evidentes cuando la enfermedad empieza a desarrollarse y se vuelven más intensos a medida que el perro envejece y sus caderas se deterioran. Los síntomas son:

Cómo detectar la displasia de cadera en perros

  • Inactividad
  • Rechazo a jugar.
  • Rechazo a subir escaleras.
  • Rechazo a correr y saltar.
  • Cojera.
  • Dificultad para mover las patas posteriores.
  • Movimientos de “salto de conejo”.
  • Balanceos.
  • Rigidez en la cadera y en las patas traseras.
  • Dolor de cadera.
  • Dolor de pelvis.
  • Atrofia muscular.
  • Chasquidos audibles.
  • Dificultad para levantarse.
  • Aumento de los músculos de los hombros.
  • Espalda curva.
  • Dolor a la palpación.

Diagnostico de displasia de cadera en perros

¿Cómo se diagnostica la displasia de cadera canina? Un examen físico puede ser suficiente para que tu veterinario sospeche de displasia de cadera. Al manipular las patas traseras del perro se puede probar la soltura de la articulación y comprobar si hay algún problema, dolor o reducción del movimiento. No obstante, el diagnóstico definitivo implica una radiografía, ya que es la única forma fiable de establecer si un perro tiene displasia de cadera. Los rayos X ayudarán a determinar el grado y gravedad de la displasia de cadera y, por tanto, el mejor tratamiento para tu perro.

Tratamiento de la displasia de cadera canina

Una vez diagnosticada la displasia de cadera en el perro, deberemos de establecer un protocolo terapéutico adecuado. En algunos casos, la operación de displasia de cadera puede ser el tratamiento a seguir, en otros se pueden optar por tratamiento no quirúrgicos. La mayoría de veterinarios recomienda evitar una intervención quirúrgica siempre que sea posible.

Cuidados de un perro con displasia de cadera

Ante todo, necesitará un seguimiento y un control profesional. Asimismo, habrá que cuidar la dieta y, por descontando, hay que controlar el ejercicio del perro.

¿Se puede prevenir la displasia de cadera en los perros?

Podemos tomar medidas preventivas para la displasia de cadera que fundamentalmente son tres:

  • Evitar el aumento excesivo de peso durante la etapa de crecimiento del cachorro.
  • Evitar que el perro fuerce excesivamente la cadera.
  • Cría selectiva. La displasia de cadera tiene un factor hereditario.
Resumen del artículo Displasia de cadera canina

La displasia de cadera en perros es una enfermedad relacionada con el “mal encaje” de los huesos de la cadera. Es decir, el fémur debe encajar correctamente con la cadera, para permitir la movilidad de la pata del perro. Sin embargo, los perros que tienen esta enfermedad ostearticular, ese encaje de piezas no se produce de la manera adecuada y la cabeza del fémur queda desplazada.

  • Rottweiler
  • Bulldog (inglés, francés y americano)
  • Golden Retriever
  • Boyero de Berna
  • San Berbardo
  • Pastor alemán.

Suelen ser menos evidentes cuando la enfermedad empieza a desarrollarse y se vuelven más intensos a medida que el perro envejece

  • Inactividad
  • Rechazo a jugar.
  • Rechazo a subir escaleras.
  • Rechazo a correr y saltar.
  • Cojera.
  • Dificultad para mover las patas posteriores.
  • Movimientos de "salto de conejo".
  • Balanceos.
  • Rigidez en la cadera y en las patas traseras.
  • Dolor de cadera.
  • Dolor de pelvis.
  • Atrofia muscular.
  • Chasquidos audibles.
  • Dificultad para levantarse.
  • Aumento de los músculos de los hombros.
  • Espalda curva.
  • Dolor a la palpación.

En algunos casos la operación de displasia de cadera puede ser el tratamiento a seguir, en otros se pueden optar por tratamiento no quirúrgicos.

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